03 mars 2006

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La soledad siempre es contradictoria: cuando más independiente te crees, más grande puede ser el batacazo. También la compañía perpetua corre el riesgo de sufrir el mismo mal, incluyendo la exclusión interior, esa especie de agorafobia que necesita ver como se mueve el aire a su alrededor, ignorando que ese aire está demasiado viciado y que las puertas y las ventanas llevan cerradas una eternidad. Conozco a muchas parejas así, deprimidas y deprimentes, perdidas en lo inevitable del destino, aturdidas e incapaces de hacer malabarismos sobre el cable de alta tensión. Algunas tienen apenas cuarenta años, pero el óxido les viene de siglos. También conozco a personas que presumen de haber elegido su soledad, cuando la realidad es que ha sido la soledad quien les ha puesto la mano gélida sobre sus hombros.
Cuando hablamos de soledad casi siempre nos estamos refiriendo a un estado de ánimo, a la falsa realidad de sentirnos únicos en medio del universo. La descripción más pura me la hizo una amiga mía, que vive ahora en Bilbao. Se fue de okupa a Londres, cuando una española en Londres era inmigrante ilegal si se pasaba de fecha.
“Un día me quedé sin dinero, sin nada que comer en la mochila, toda la ropa usada y sucia y sin sitio donde dormir o asearme. No tenía ni para llamar por teléfono. Recuerdo que me senté en un banco, a media noche, muerta de frío. Jamás había percibido la soledad como entonces, su olor, su sabor agridulce. Lloraba a borbotones, pero me sentía más libre que nunca”.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

El otro día hablaba con unos amigos del tema de la soledad dentro de una pareja (a uno tú le conoces, sueles comentar en su blog :P) y una de las conclusiones que sacamos fué que, mucha gente deja de evolucionar cuando encuentra una pareja, y se estanca. Digamos, que cree que la solidez o el apoyo que te puede dar una pareja significa parar de avanzar en otros aspectos... y si, la otra persona afectada, no lo ve desde la mísma óptica, puede llegar a sufrir una soledad siniestra, estancándose en una rutina de vida en la que se siente prisionero. Acompañado, pero sólo consigo mismo, frustrado por todos los propósitos que puede dejar de cumplir.

Bonito post, encantado de conocerte :)