02 mars 2005

Vientos del Norte

Ahora imagino como deben sentirse ahí arriba, cerca del círculo polar. Ahora entiendo por qué la gente es lo que parece, piel fría y corazón caliente... ahora sé qué se puede guardar al abrigo de una misma, a buen recaudo, en tu pecho. La gente camina por las calles con ese aire indiferente de quien sólo pone la vista al exterior para no tropezar, mientras piensa en sus cosas, en las mismas cosas que en el resto del mundo, en las mismas historias, las mismas decepciones, las mismas alegrías y tristezas. El mundo se comparte en cada persona, persiguiendo la llamada del corazón o del estómago, pero siempre de dentro hacia afuera, nunca al revés.
Me reafirmo: todos somos iguales, todos valemos lo mismo, todos tenemos la misma materia y las mismas miserias. Solo que están mal repartidas.

. . .

Mi compañero de piso me mira por encima de sus gafitas redondas de intelectual bien avenido. Lo hace pensando que no me doy cuenta, cuando estoy leyendo o cuando ordeno cosas en el salón. Apenas habla, incluso menos que yo, pero da la sensación de estar en constante actividad cerebral. Se pasa el tiempo de casa mirando revistas de aeromodelismo y dibujando cosas en un cuaderno.

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