Es cierto que ya no soy una niña, pero hay cosas que me sobrepasan. No puedo hacer todo lo que quiero o me piden, no puedo estar en todo y con todo, en misa y repicando, estudiar, trabajar y tener tiempo libre, ser responsable con lo que hago y tomar unos días de vacaciones, estar en Madrid y en París y en Bruselas... no puedo dar más, no hay más que lo que soy. No hay cabida para los sentimientos ahora, cuando apenas tengo cabida para mis actos. Salgo de casa al amanecer y vuelvo a media noche, duermo seis horas al día, no tengo vida privada ni amantes que me esperen ni sueños que me alumbren. Sólo tengo 20 años, toda una vida por delante, pero ni un solo minuto para amar. Las cosas son así, yo las elegí, y nada de lamentaciones. Acaso, mirarme al espejo y preguntarme ¿quién soy? Fiesta de los maniquíes, no los toques, por favor.
Postmusic: mis padres me han enviado un archivo de septiembre de 1997. Entonces ellos se compraron un portátil y, con él, me grabaron al piano (un piano que compraron de segunda mano y que ni siquiera estaba afinado) una boutade que yo llamé, pomposamente para mis 12 años, Confidencias. El sonido es pésimo, la "pieza" dura menos de un minuto y la interpretación es de risa, con errores en la mano izquierda, de tiempo, etc... pero era la primera vez que tocaba algo. Ahora, al oírla, se me eriza la piel.
01 février 2005
Inscription à :
Publier les commentaires (Atom)
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire