Hay un compañero en el despacho que me hace fotos. Él dice que se las hace a todo el mundo, pero he visto sus "reportajes" y sólo conmigo se porta bien su objetivo. Él dice que es por mi, por mi "belleza", pero en realidad es por él, por su forma de mirarme detrás de la cámara.
Él sabe que no me importa y que no me siento acosada. Lo que no sé si conoce es mi manera de ser, de comportarme ante situaciones como estas. Que cuando le dejo hacer, le dejo hacer, pero nada más. Que cuando me dice cosas que me alagan, se las agradezco porque creo que vivimos en un mundo demasiado desagradecido, donde todo se da por hecho. Pero esto último, lo de dar por hecho, no es una verdad universal que se pueda aplicar a todo en las relaciones humanas.
Mi vecina, pongamos que se llama Silvia, me habló de eso hace unos días.
-No cambies eso, por favor.
-¿Qué?
-Aunque te dé problemas, no cambies esa forma de ser con los demás. No sé si ese hombre está enamorado de ti o, simplemente, quiere echar un polvo... pero eso no debería afectarte en ninguno de los dos casos.
-Son cuatro casos, entonces...
-Bueno, es cierto: también están que tú quieras enamorarte y que quieras echar un polvo. ¿Pero hay algo de eso?
-No, desde luego...
-Lo sabía. ¿Está casado?
-Sí. Pero no tiene nada que ver...
-Lo sé, lo sé.
-Tampoco quiero parecer frívola.
-¿Frívola? Frívolos son ellos, Rose, no tú. Tú eres un encanto...
Silvia tiene esas cosas. Me dijo que si fuese lesbiana, no me dejaría escapar por nada del mundo. "Yo tampoco te dejaría escapar", le dije.
-Seguro que sí lo harías... no te engañes.
El vino tiene esas cosas...
27 décembre 2004
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