16 octobre 2008

Pardon

Me levanté bruscamente, por el frío. Es otoño pero nos seguimos sentando en terraza, en una suerte de cold denial colectivo. Me levanté con un movimiento brusco de esos que en París no se deben hacer y que me empujan a pedir constante e innecesariamente perdón.

Mi brusquedad le cortó el paso a una señora mayor y sus bolsas del mercado. Pardon, pardon, pardon, soltó en una mezcla de fastidio, disculpa y déjalo ya bye-bye. Lo inusual de su pardon, pardon, pardon, me hizo buscarle la cara. Me quedé unos segundos (de los que en los libros dicen "pero pareció una eternidad") parada de frente a mi mesa y de espaldas, de culo, a la de mi vecina como es inevitable quedar, entremesas, en las terrazas decadentes de París, en donde desayunamos entre camiones transportistas, celebridades y cubos de basura.

Cogí mi libro, mi ticket y mi cambio. Ahora pongo un ticket a manera de seña en la última página leída, lo dejo ahí para acordarme en qué café, que día y a qué hora leí. Si en algún sitio he leído poco cambio el ticket de lugar para hacerle creer a mi futuro yo que pasaba horas en los cafés, leyendo.

Debo escribir un libro quizá.

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