Nubes y claros, unos 10 grados y un 60 por ciento de humedad. Estoy hablando de París a esta hora, pero también podría referirme a mí misma: no me quito de encima, en medio de esta bonanza general que se mueve a mi alrededor, esas nubes de tristeza que han provocado algunas palabras que dije y que crearon una confusión que jamás pude imaginar, pero de la que me siento responsable. El azar tiene múltiples tentáculos, no lo puedes subestimar.
Es verdad que me siento como el clima de esta ciudad a veces única y otras irritante, como sus habitantes, como sus calles o su fisonomía interior y exterior. Esta mañana cayeron algunas gotas, ahora sale el sol entre nubes, esta tarde volverá a estar encapotado el cielo, por la noche volverá a llover. Yo creí ser como Madrid, pero ahora soy París, lo llevo escrito en la frente con ceniza, lo llevo dentro como una gripe, lo llevo en las piernas, en el vientre, en mi pecho, lo tengo recorriendo mi columna vertebral. Mírame: soy París. Sin duda.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire