Café "L'étoile manquante", París, 8:05 a.m. Definitivamente, me identifico con la Norton de 2666, que dejó solos en México a sus jóvenes compañeros Espinoza y Pelletier, leyendo y releyendo a Archimboldi y destrozándose los estómagos con whisky, para irse con el viejo y taciturno minusválido Morini. El final de “La parte de los críticos”, la primera de las novelas del tocho de Bolaño, me ha dejado ese regusto agridulce, hermoso e inquietante, que tanto me emociona. Con eso, y con que Alberto de Mónaco reconozca la paternidad de la adolescente Jazmin Grace, ya puedo darme por satisfecha en este día.