07 mars 2006

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Un clochard borracho me pide cincuenta céntimos y le digo que no tengo. Es mi primera mentira de la jornada y apenas son las ocho de la mañana. No sé dónde oí que las personas faltamos a la verdad unas veinte veces al día, pero recuerdo que me pareció exagerado, que no había tiempo ni palabras suficientes para tanto: me equivoqué. En el café, nada más cambiarme, mi jefe me pregunta si me apetece tomar algo caliente y le respondo que no, pero en realidad lo deseaba, solo que había llegado un poco tarde y no quería abusar. No era mi segunda, sino mi tercera mentira, porque en el metro ya había pagado con diez euros y había dicho que no tenía suelto...
Veinte veces al día cambiamos el mundo con pinceladas inexactas. Tal vez ese pequeño desorden natural no sea una cuestión de Estado; tal vez sólo algunas, unas cuantas a lo largo de nuestras vidas, modifican el presente y convierten el futuro en otro, o en el mismo, o en la misma falta de futuro. Tal vez, y esto es lo peor de todo, el mayor de los engaños lo cometamos contra la propia persona que somos. Es entonces cuando nuestra existencia se vuelve una farsa.
Guest Star: G. Fauré, Pavanne.

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