
Un clochard borracho me pide cincuenta céntimos y le digo que no tengo. Es mi primera mentira de la jornada y apenas son las ocho de la mañana. No sé dónde oí que las personas faltamos a la verdad unas veinte veces al día, pero recuerdo que me pareció exagerado, que no había tiempo ni palabras suficientes para tanto: me equivoqué. En el café, nada más cambiarme, mi jefe me pregunta si me apetece tomar algo caliente y le respondo que no, pero en realidad lo deseaba, solo que había llegado un poco tarde y no quería abusar. No era mi segunda, sino mi tercera mentira, porque en el metro ya había pagado con diez euros y había dicho que no tenía suelto...
Veinte veces al día cambiamos el mundo con pinceladas inexactas. Tal vez ese pequeño desorden natural no sea una cuestión de Estado; tal vez sólo algunas, unas cuantas a lo largo de nuestras vidas, modifican el presente y convierten el futuro en otro, o en el mismo, o en la misma falta de futuro. Tal vez, y esto es lo peor de todo, el mayor de los engaños lo cometamos contra la propia persona que somos. Es entonces cuando nuestra existencia se vuelve una farsa.
Veinte veces al día cambiamos el mundo con pinceladas inexactas. Tal vez ese pequeño desorden natural no sea una cuestión de Estado; tal vez sólo algunas, unas cuantas a lo largo de nuestras vidas, modifican el presente y convierten el futuro en otro, o en el mismo, o en la misma falta de futuro. Tal vez, y esto es lo peor de todo, el mayor de los engaños lo cometamos contra la propia persona que somos. Es entonces cuando nuestra existencia se vuelve una farsa.
Guest Star: G. Fauré, Pavanne.
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