22 février 2006

Presencias

Hoy miércoles a las seis y veinte horas, más o menos, me subí en el autobús número sesenta y nueve en Bastille. Conmigo subió una pareja de adolescentes y un señor mayor cuyo pase tenía una foto demasiado grande. Los chicos eran rubios, él con acné, ella con lentes y el cabello en dos coletas. Iban vestidos en tonos de verde militar. (Puedo recordar más o menos a la gente que iba en el mismo vagón de metro que yo el viernes pasado, pero me equivoco siempre al dar mi número de teléfono y no recuerdo si hace veinte minutos me terminé o no esa barrita de granola que estaba comiendo. Deduzco que sí, puesto que no encuentro la mitad que creí haber guardado). Los chicos iban a bajarse en la misma parada que yo, pero al parecer se dieron cuenta de que no era ahí y no lo hicieron... o sí, me bajé y seguí caminando sin voltear.
Horas más tarde, a las dieciséis menos cuarto, más o menos, me subí en el autobús número sesenta y nueve cerca del Louvre («Lo ubre» como dice el corrector de Word que debería escribirlo. Estoy fascinada con el corrector de Word, tenemos una relación bilateral de master and sevant). Va llenísimo. Me busco un huequito en el que pueda abrazarme al tubo para dejar las manos libres y seguir leyendo mi libro. En un momento dado levanto la vista y me doy cuenta de que los mismos adolescentes verde militar están otra vez ahí, ocupan los mismos asientos, pero esta vez él en el de ella y ella en el de él.
Me bajo del autobús en mi parada. Ellos siguen. A Bastille probablemente. No era ninguno el amor de mi vida, ni yo el de ellos. No estaba ahí para salvarles la vida. Ni ellos a mi. No resultaron ser viejos amigos que tenía años sin ver. No fue gracias a mi que encontraron el lugar que buscaban. Ni yo el mío gracias a ellos. Dudo incluso que me hayan notado.
Guest Star: Golpes Bajos, No mires a los ojos de la gente.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Cosas así me pasan a veces, y me sacan una sonrisa. Me hacen sentir cercanía en una ciudad grande.
Besos