17 février 2006

Over my head

El día a día es una burocracia encadenada a sensaciones, buenos y malos pensamientos, pecado confesables y ocultos o palabras que apenas resumen lo que llevamos dentro. Ayer trabajé hasta tarde, puse un centenar de cafés y otro tanto de bebidas gaseosas o licores o aperitivos o qué sé más, pero en medio y entretanto se colaban miradas de complacencia, agradecimiento, inquietud y alguna que otra desesperada: la del chico que está a punto de perder a su pareja, intentando decir por el móvil lo que no se atreve a decir frente a frente, la de la mujer mayor que está disgustada por la forma en que la tratan sus hijos, la del estudiante que siempre paga con monedas de cinco y diez céntimos, a lo sumo veinte... Cada cual lleva sus cosas encima y me rozan con ellas en el instante de poner y recoger las bebidas, apenas unos cuantos segundos al apartar el pago de la consumición y, en ocasiones, a la posdata de devolver el cambio.
Esta mañana he retirado un post que hablaba de mis días en Sudán. Lo hice porque no soy una heroína, porque a veces no me gusta la imagen que se refleja en el espejo donde me miro. Lo hice porque ayer, el señor que viene cada día a las 19,45 y se marcha, siempre después de mirar su reloj, a las 20,15 justas, tenía los párpados hinchados, la sonrisa del revés y las manos temblorosas cada vez que pasaba una hoja del Liberation.
Guest Star: New Order, True faith.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

Creo que no hacía falta que lo quitaras. Está bien que se recuerde que existen los voluntarios, que es una opción cercana. Además no parecía que lo hicieras para dar a tu imagen un toque heróico. De por sí, ya lo eres, ya lo somos todos cada día. Voluntario no puede ser cualquiera... cualquiera no es capaz de dar a los demás, pero eso no significa que los que no pueden sean peor personas. Hay mucho de qué hablar aquí.
Un beso