11 janvier 2006

Paramètres


A veces me siento como Esther, la chica de la novela de Michel Houellebecq. Para evitarlo, me inyecto dosis de materialismo dialéctico y leo a Balzac. Otras me convierto en Amelie Poulenc, que ayuda a los ciegos a cruzar las calles y tiene un padre viudo al que envía cartas en nombre de su gnomo. Pero ayer descubrí que el señor Prada no está tan intro como creía, así que he pensado en una nueva mutatis mutandi. Et voilà! Ahora soy una musa tecnoimpresionista.

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