13 décembre 2005

Pour la peau

El día que arda mi sangre, acabaré derretida. Pero para entonces ya me habrán sobrado las calles, la gente, el desayuno en Chez Michel y las bocanadas de davidoff en las escaleras de Montmartre... y ninguna ciudad me quedará lejos: seré yo, equidistante, quien permanezca fuera de toda órbita, como un cometa que, sorteando planetas, va derramando azúcar por el Universo.

Aucun commentaire: