
El deseo es una inyección letal, te convierte en un espectro harapiento, provoca convulsiones, pero deja un sabor dulce de muerte, de final feliz. El deseo es el vértigo, la caída libre y furiosa que te hace gritar hasta romperte de bruces con el suelo, destrozada y libre, sin nada que perder salvo la realidad, a la que siempre vuelves después del sueño. Por eso, cuando despiertas, lo mejor es no mirarte al espejo, no dejarte llevar por los estigmas del naufragio, que aún marcan tu cara con rescoldos y van derramando por las calles regueros de ceniza.
1 commentaire:
"el deseo es"...muchos han quedado incompletos
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