La ventaja de trabajar en Le Triptyque es que vives fuera de lo cotidiano. El inconveniente también, porque lo cotidiano, cuando deja de serlo, a veces se echa de menos, y deseas desayunar con el sueño de quien se levanta y no de quien se va a acostar.
Esta mañana volvió a aparecer el guitarrista del metro, aún más delgado y pálido que la última vez. Como ya había desechado la posibilidad de que apareciese de nuevo, no encontré en mi bolsillo monedas sueltas para meter en su chistera negra. Así que me paré un rato a escucharle tocar. Cuando terminó, le preguté si quería un café. Él, sin mirarme, me dijo -con una voz mínima-, que ese café le costaría 10 euros de su tiempo.
-Si es por eso, no te preocupes -le respondí-: los tengo guardados desde que no vienes.
Ahora estoy en casa, a punto de irme a la cama. En mi cabeza hoy no truena la música de Le Triptyque, porque esta noche no ha habido serenata, pero sí las palabras de un café prolongado y un croissant con mermelada de frambuesas. Me sentí como la Julie de Bleu, sólo que al guitarrista pálido no vino a buscarlo una señora con un coche lujoso.
En París, nuboso, 12º
28 septembre 2005
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1 commentaire:
Tu vida va tornándose de película :) no cambies nunca xq eres super linda. Espero pronto hablar contigo. 1bso muy grande!
Ernest.
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