08 janvier 2005

Micronomic

El dios de las pequeñas cosas o aprender a convivir con lo que llevas dentro. Me dicen que me tome en serio lo de poner freno a mi forma de vida. "En caso contrario, el agotamiento físico generará extrañas reacciones que no podrás controlar". Ahora entiendo qué significa la química humana, cómo el sistema nervioso puede ser una alambrada de espinos que hiere cuando menos te lo esperas, sin motivo aparente. Y la química pura y dura: los componentes de los tranquilizantes, que me hacen dormir el doble de lo normal y evitan el desasosiego y el temblor de mis manos, pero también nublan la memoria y la percepción, la nitidez intelectual y el discernimiento. Incluso la forma de pensar.
Anoche fui al cine, sola, escondiéndome en una sala oscura donde la gente no habla, sólo mira hacia una pantalla. La película -Luna de Avellaneda- fue lo de menos, una excusa. El médico me dijo que saliera de mí misma, que estuviera con gente, que me divirtiera, que utilizara todo lo que tengo para generar en mí misma energías positivas... todo muy Melinda B, la chica que se toma las cosas de forma opuesta, la que siempre he creido ser. "En estos momentos, tus cánones acerca de la soledad y la independencia están rotos, tienes que cambiarlos durante un periodo de tiempo relativamente largo, o serán ellos los que te cambien a ti: tú decides".
Yo decido. Ahora estoy pensando qué decidir, a dónde agarrarme. Microproyectos de vida. Esta noche saldré a bailar, o no. Mis amigos quieren sacarme de casa, cambiarme el aire. Pero, sin saber por qué, me viene a la cabeza la letra de una canción que no se explica, como otra reacción química inesperada: "En alguna ciudad habrá un taxi que conduzcas tú / y algún desierto en que nos encontremos los dos". Me llevarán a Chueca, líneas de colores, abrazos múltiples, sexo explícito y sin prejuicios, me convertiré en una más que alarga la noche para que no amanezca, en sueños polares, en esquimal que duerme el día. Como personajes de El bosque de la noche, de Djuna Barnes. No está mal, al fin me convertiré en lo que muchos dicen que soy, o que no soy, en realidad.
Por una vez, voy a probar la desmedida. Igual funciona. Y si no, qué más da. Ya habrá tiempo para volver. Cerraré los ojos y bailaré al borde del tejado. Y tal vez podré volar. Y me relajaré y disfrutaré, y seré una cherry blossom girl: es mi frase del día. Y no me importará no responder de mis actos, porque no serán míos.

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