22 décembre 2004

El bosque de la noche

Las miserias de un tiempo difícil, como este que vivimos, son las que más nos acercan a la verdad de las cosas. En cualquier momento, aunque no te lo esperes, puede llegar algo que te fulmina y te deja en blanco, sin saber qué hacer ni qué decir. Dicen que en esos momentos es cuando verdaderamente sale la auténtica naturaleza humana, cuando de verdad se demuestra lo que se vale como ser, mucho más que cuando bebes y te emborrachas.
Ayer me llamó un buen amigo por teléfono, a eso de las 6 de la tarde. "Tengo sida", me dijo, y colgó. Intenté llamarle durante un buen rato, pero había apagado su móvil, así que le mandé un mensaje. Sé que vive sólo y que sus padres, como los míos, están fuera de Madrid. "Estaré en casa a las 8. Allí te espero. No dejes de venir, por favor". Aún tengo grabado ese mensaje en mi móvil.
Cuando llegué a casa, él estaba sentado en las escaleras de entrada al edificio. Tenía los ojos morados. Al verme, se levantó y nos abrazamos, y tuve que tirar de él para que subiera. Su aspecto era lamentable: olía a alcohol, a marihuana y a quién sabe qué cosas más.
Dicen que la música ayuda en estos casos, así que puse a Satie mientras se duchaba. Luego se puso un pijama mío, se sentó a mi lado y me lo contó todo: un análisis rutinario, preguntas, petición de calma... según dice, hace un par de años que no tiene relaciones y que, según el médico, no ha desarrollado los anticuerpos. Recordé aquella canción de The Smiths: "Oh mother, i can't feel the soil falling over my head", qué curioso.
-Qué vas a hacer -le pregunté.
-No sé, no quiero volver a casa; no quiero quedarme solo esta noche... estoy muy nervioso.
-Quédate aquí -le dije.
-Gracias... mañana mismo me voy. Tengo que salir, darles vueltas y tirar para adelante.
-No tengas prisa, quédate el tiempo que quieras.
-Gracias, Rose. ¿Tienes una manta?
-¿Para qué?
-Para tumbarme, tonta. Estoy muy cansado.
-Qué bobo. No pienso dejarte solo. Dormirás en mi cama, conmigo.
-No mujer, no hace falta.
-Aprovecha tu oportunidad, hombre. Seré la única mujer que ha pasado la noche contigo.
He bebido más de la cuenta y no he podido contar esto como hubiese deseado. He pasado casi toda la noche en vela, leyendo El bosque de la noche y oyendo a Debussy y a Fauré, tomando café, mirando la ciudad por la ventana... la vida es una caja de sorpresas, a veces de pandora, pero creo que esta noche he dado un paso importante, eso que llaman punto de inflexión. Mi amigo sigue en casa, según creo. Es el primero que no se ha ido antes del desayuno, qué cosas.

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