15 décembre 2008

Esta mañana he sentido nostalgia. Deduzco que se me ha agotado París. Monique canturrea con una ingenuidad que me abruma. He aprendido a leerla tan bien y eso me conmueve. Me da una poca de vergüenza ajena, del tipo que se siente cuando alguien declama poesía.

- Pensaba que podríamos comer juntas
- Comemos juntas casi todos los días. Todos los días en París.
- Ya. Yo pensaba comer comer, podría hacer fusilli con salsa de nuez y camarones por ejemplo.
- Vas a terminar conmigo.

Hago como que no he escuchado bien. Digo ¿eh? o ¿cómo? o algo. Se va y quedamos para comer. Trabajo toda la mañana entre viejos que juegan ajedrez y americanas aspirantes a Carry Bradshaw cuyo presupuesto no les permite París. Sirvo dos cafés con leche y algo lleno de crema. Estoy intentando llorar. Me pongo a repasar el método Stanislavski. Alain está atendiendo las mesas, se acerca a mí, se sienta a un lado y me pide que le cuente mi vida.

- Estupendo- le digo. Mi vida es como una peli setentera de John Cassavetes. Estéticamente atractiva, de sinopsis muy interesante, luego insoportablemente lenta, absurda y aburrida a vivir.
- Y sin Gena Rowlands.
- Encima.

Aucun commentaire: