06 février 2007

A veces, París me mata

Me visita mi casero y descubrimos que el telefonillo ne va plus. Así que pasamos toda la mañana subiendo y bajando a probarlo alternativamente hasta terminar armando un tableau vivant de Escher. Ahí termina mi actividad número uno del día libre.

Así que la segunda mitad la ocupo en hacer una hora de cola para visitar la expo sobre Balenciaga (frivolidad del mes) y media en visitarla. En la cola encuentro a una señora que después de meterse delante de mí decide hacer conversación y como tema, bien sûr, las elecciones. Y venga la cantinela de que Sarkozy no va a ganar (y yo lo pienso y lo espero, y eso dicen todos, pero ya me veo marchando el primero de mayo para evitar a Le Pen) y que si gana nos vamos mañana mismo a España (y yo pienso: si todos los que amenazan cumplen, en verano no quedaremos más que inmigrantes y ultraderechistas y Badajoz se sobrepoblará de izquierdistas franceses).

Y en el autobús de vuelta a casa mi gato y yo contemplamos una escena tópicamente parisina: veintidós policías rodean a un árabe, mientras todos los pasajeros observan con curiosidad primitiva y un clochard que empuja un carrito de súper (y que antes ha hecho lo propio con varios litros de kalimotxo) grita incoherencias desde una esquina.

Una vez en mi barrio rodeada por el confort y la seguridad que otorga el gueto combinado de judíos ortodoxos y homosexuales demasiado acicalados para su propio gusto, me encuentro que mi calle está cerrada. Algún iluminado filma un biopic de los cuarenta. Cuando por fin abren todos pasamos al lado del plató improvisado con la mayor soltura posible, sin ver siquiera, como oriundos de Cinecittà.

Una vez en casa, mi gato y yo saciamos nuestra curiosidad, viendo la filmación escondiditos tras de la ventana. Un telefonillo arreglado, una expo a medio ver: carpe diem donde lo haya. A veces me siento personaje de Un ballo in maschera.

1 commentaire:

Anonyme a dit…

me gusta mucho cómo escribes.

creo que está claro que no eres de allí, aunque se nota que llevas bastante tiempo.
a mí me encantaría volver a parís, tendría diez años la última vez que pisé esa ciudad, con mis padres. ha pasado mucho tiempo. era muy pequeño y no recuerdo gran cosa...
pero quizas eso sea bueno a la hora de volver a visitar una ciudad tan bonita.
la ventaja de la mala memoria es que se disfruta varias veces de las mismas cosas por primera vez.

no pasa un día sin que explote por irme de aquí de madrid, pero son muchas cosas las que me lo impiden...
aun así espero tener unas merecidas vacaciones de verano :)

no te dejes vencer por nada,

un beso.