Libros

Libros en los que una recuerda haber visto la palabra «libro» al menos una vez;
Libros en los que una recuerda no haber visto la palabra «libro» ni una vez;
Libros escritos sin verbos;
Libros con personajes sin género;
Libros sin interés;
Libros que, si fuéramos Rousseau, leeríamos sosteniéndolos con una sola mano;
Libros que se pueden leer cuando se está resfriado;
Libros escritos bajo el influjo de una indigestión metafísica alemana;
Libros escritos en un idioma aunque evidentemente fueron pensados en otro;
Libros en los que aparecen ballenas;
Libros en los que no aparece ni siquiera una ballena;
Libros de los que han desaparecido, no sabemos por qué las ballenas que creíamos que había;
Libros que contienen al menos una frase que nos haría llorar si la leyéramos en voz alta;
Libros que han sido criticados por la gente que detestamos (estos libros son invariablemente respetables);
Libros tan mal escritos que se vuelven fascinantes;
Libros caseros;
Libros nómadas, de los cuáles: libros que han cruzado al menos una vez el océano, libros comprados del otro lado del Sena, libros que nos hemos llevado al campo varias veces sin ninguna otra consecuencia que orearlos;
Libros que contienen al menos una frase que sabemos de memoria;
Libros que recordamos haber leído en un sofá de color claro en un cuarto en una ciudad extranjera;
Libros de los que no recordamos nada;
Libros regalados por alguien que amamos, amábamos o hemos amado;
Libros de los que hablamos con alguien que amábamos;
Libros que pensamos podrían gustarle a alguien que amamos o que hemos amado;
Libros que nos hubiera gustado leer en la cama con alguien que amamos o hemos amado sin habérselo dicho nunca;
Libros que no tienen ninguna relación de ningún tipo con el amor de cualquiera (pero de esos ¿quién se acuerda?).