Llegaste cuando la función parecía terminada y el teatro llevaba demasiado tiempo cerrado, sin títeres ni actores ni actrices ni dramas ni sonrisas. Asomaste la cara por bambalinas y la orquesta empezó a tocar a destiempo, los instrumentos desafinados y el director borracho por la desidia de los malos recuerdos.
Dijiste hola cuando adiós fue la única palabra altisonante conocida.
Has venido con la hojarasca debajo del brazo, el cuaderno vacío, el sueño despierto y las cenizas abonando nuevos brotes y viejos juegos de primavera. Páramo y partitura, cogeré la hoz y segaremos juntos el camino. Nada que perder.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire