
No encuentro mejor forma de hablar que mirando a la gente, ni mejor manera de mostrarme entera y desnuda que ocultando a la mirada cuanto pueda dar sentido a la imaginación, ojos a los sentidos, imaginación a los ojos.
No se me ocurre otro modo de explicar las cosas que prestando a los demás mis argumentos y dejando que los demás me los entreguen tal y como ellos los ven. Sólo así podemos dejar de ser extraños, sólo así únicos pero no ajenos.
No soy capaz de dar todo lo que tengo sin saber si quien lo va a recibir está dispuesto a dejarse atravesar por mí sin dejar lastre ni estigmas de abstinencia. Eso es el síndrome polar: dar todo y no perder nada, recibir todo, menos los abandonos.
No quiero naufragios ni desfiladeros. Quiero mar abierto y rebaños de nubes. La perspectiva está en la lejanía, de cerca sólo hay recelos y cenizas.
No se me ocurre otro modo de explicar las cosas que prestando a los demás mis argumentos y dejando que los demás me los entreguen tal y como ellos los ven. Sólo así podemos dejar de ser extraños, sólo así únicos pero no ajenos.
No soy capaz de dar todo lo que tengo sin saber si quien lo va a recibir está dispuesto a dejarse atravesar por mí sin dejar lastre ni estigmas de abstinencia. Eso es el síndrome polar: dar todo y no perder nada, recibir todo, menos los abandonos.
No quiero naufragios ni desfiladeros. Quiero mar abierto y rebaños de nubes. La perspectiva está en la lejanía, de cerca sólo hay recelos y cenizas.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire