Sarkosy ha atizado las brasas. Despertando con sus provocaciones años de frustración, de rabia más o menos contenida. Se han vuelto a producir estas semanas violencias inaceptables. Pero más allá, la expresión de un hartazgo general. Una bronca de los barrios en los que predomina desde hace demasiado tiempo la exclusión social, la discriminación, la miseria, tanto económica como cultural.
No es ninguna casualidad que todo se iniciara en Clichy-sous-Bois. De esta pequeña ciudad de 28.000 habitantes, tan desgraciadamente pobre, con su tasa de desempleo astronómica, su hábitat vergonzosamente degradado, sus servicios públicos exiguos. Clichy-sous-Bois, cuna de estas revueltas, es un ejemplo de estos barrios pauperizados en los que vive una juventud descalificada de antemano, estigmatizada, llamada "chusma" por un ministro en campaña electoral permanente. El malestar de los suburbios no se ha construido sobre el viento. La injusticia no es solo un sentimiento. "Miremos la escuela", explica Samir, un educador deportivo de Clichy-sous-Bois. "Todos los jovenes saben que la igualdad no existe: Si vienen aquí, al Instituto, nunca tendrán la oportunidad de alcanzar la escuela superior. ¿Como se puede justificar esto?"
Clichy-sous-Bois es la historia de una ciudad que acumula handicaps: 20% de desempleo como media, con barrios en los que se alcanza el 40%, incluso el 50%; una población de las más jóvenes de Île de France, de los que cerca de la mitad tienen menos de veinticinco años; treinta y seis etnias diferentes y muchos recién llegados, que desembarcan a menudo con grandes dificultades financieras; una situación geográfica de aislamiento, sin metro, sin estación ni carretera nacional; un presupuesto municipal raquítico en una ciudad en la que pocas empresas aceptan instalarse.. Y por si esto fuera poco, la ciudad tiene la particularidad de poseer un gran número de copropiedades degradadas. Cerca de 1.570 pisos de 9.000, en los que se hacinan varias familias obligadas a pagar 1.000 Euros al mes a propietarios poco escrupulosos. "El barrio de La Forestière podría ser el escaparate de esta copropiedad en estado deplorable, en la que la propiedad privada dificulta cualquier intervención, se lamenta Stéphane Teste, adjunto a la comunicación. Todo esto agudiza un sentimiento real de abandono y de exclusión de sus habitantes."
Sin embargo, en el Ayuntamiento de Clichy se manifiestan sorprendidos por la envergadura de los acontecimientos. "Es verdad que Clichy es una ciudad difícil. Desde los diez años en que nuestro equipo fue elegido, hemos tenido algunas crisis, señala Olivier Klein, primer adjunto, encargado de la política de la ciudad. Pero nunca hemos conocido una explosión como esta, con este nivel de violencia." Aquí, todos, el Alcalde (PS) Claude Dilain el primero, apuntan a la inmensa responsabilidad de Nicolas Sarkosy. "Sus improperios han creado tensión en los barrios. Cuando los jóvenes y los menos jóvenes, que soportan la injusticia diariamente, escuchan a un ministro hablar de ellos de esta manera, es muy difícil hacerlos entrar en razón."
No es ninguna casualidad que todo se iniciara en Clichy-sous-Bois. De esta pequeña ciudad de 28.000 habitantes, tan desgraciadamente pobre, con su tasa de desempleo astronómica, su hábitat vergonzosamente degradado, sus servicios públicos exiguos. Clichy-sous-Bois, cuna de estas revueltas, es un ejemplo de estos barrios pauperizados en los que vive una juventud descalificada de antemano, estigmatizada, llamada "chusma" por un ministro en campaña electoral permanente. El malestar de los suburbios no se ha construido sobre el viento. La injusticia no es solo un sentimiento. "Miremos la escuela", explica Samir, un educador deportivo de Clichy-sous-Bois. "Todos los jovenes saben que la igualdad no existe: Si vienen aquí, al Instituto, nunca tendrán la oportunidad de alcanzar la escuela superior. ¿Como se puede justificar esto?"
Clichy-sous-Bois es la historia de una ciudad que acumula handicaps: 20% de desempleo como media, con barrios en los que se alcanza el 40%, incluso el 50%; una población de las más jóvenes de Île de France, de los que cerca de la mitad tienen menos de veinticinco años; treinta y seis etnias diferentes y muchos recién llegados, que desembarcan a menudo con grandes dificultades financieras; una situación geográfica de aislamiento, sin metro, sin estación ni carretera nacional; un presupuesto municipal raquítico en una ciudad en la que pocas empresas aceptan instalarse.. Y por si esto fuera poco, la ciudad tiene la particularidad de poseer un gran número de copropiedades degradadas. Cerca de 1.570 pisos de 9.000, en los que se hacinan varias familias obligadas a pagar 1.000 Euros al mes a propietarios poco escrupulosos. "El barrio de La Forestière podría ser el escaparate de esta copropiedad en estado deplorable, en la que la propiedad privada dificulta cualquier intervención, se lamenta Stéphane Teste, adjunto a la comunicación. Todo esto agudiza un sentimiento real de abandono y de exclusión de sus habitantes."
Sin embargo, en el Ayuntamiento de Clichy se manifiestan sorprendidos por la envergadura de los acontecimientos. "Es verdad que Clichy es una ciudad difícil. Desde los diez años en que nuestro equipo fue elegido, hemos tenido algunas crisis, señala Olivier Klein, primer adjunto, encargado de la política de la ciudad. Pero nunca hemos conocido una explosión como esta, con este nivel de violencia." Aquí, todos, el Alcalde (PS) Claude Dilain el primero, apuntan a la inmensa responsabilidad de Nicolas Sarkosy. "Sus improperios han creado tensión en los barrios. Cuando los jóvenes y los menos jóvenes, que soportan la injusticia diariamente, escuchan a un ministro hablar de ellos de esta manera, es muy difícil hacerlos entrar en razón."
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