Un amigo ha leído recientemente la novela de Martín Santos. Dice que le ha aburrido mucho, y no he sabido bien qué responderle, porque la leí hace unos años y tan sólo recuerdo la historia y el concepto “lumpen”, uno de los más tristes que he oído en mi vida. Lo que está claro es que Tiempo de silencio, como Los santos inocentes, reflejan una realidad concreta en un lugar y momento determinados. La diferencia es que, mientras una visita el lado oscuro del mundo rural, la otra muestra la faz más inmunda de las ciudades. Y esta, como los suburbios de Madrid, como Clichy-sous-Bois, es un campo sin vallar, cada día más desbordado, cada vez más punzante en la conciencia de nuestro occidente acomodado y decadente.
Podemos taparnos los ojos y los oídos, hacer como los monos de Gibraltar, decir que es aburrido... pero eso es irnos por la tangente, en vez de atravesar la circunferencia.
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