19 janvier 2006

Historia de dos besos y unas carcajadas

Mi jefe sufre ataques de risa. Le da pudor hacerlo en público, porque dice que tiene unos accesos (él lo llama así) bastantes escandalos, así que no es extraño verlo entrar en la cocina y oírlo desahogarse.
Hoy ha "padecido" uno de sus accesos, que, como casi siempre ocurre, es contagioso. El primer día que entré a trabajar me visitó mi padre. Cada vez que nos vemos, tenemos la costumbre de besarnos en la boca, algo que muchos hacen con sus hijos/padres cuando son pequeños y que, por esa cosa del pudor y los prejuicios, se abandona cuando los hijos crecen. Así que ese día nos besamos, cada uno a un lado de la barra del bar.
Al día siguiente, mi jefe me preguntó sin mi novio era mucho mayor que yo, y le dije que no tenía novio. "Es que un cliente, de esos cotillas, que aquí no te creas que a los intelectuales no les gusta husmear, me dijo que te había visto ayer besar a un señor de cierta edad..." Cuando le expliqué la cosa, sonrió amablemente y me pidió que no me enfadase por la pregunta.
Ayer me visitó Monique, con la que tengo la misma costumbre que con mi padre. Esta mañana, cuando llegó mi jefe, y previendo mi respuesta, me llamó desde la cocina para comentarme que un cliente -"sí, sí, el mismo del otro día"- se había quedado patidifuso porque no sólo me había visto besando a un señor "que seguro te doblaba en edad, como poco", sino que, además, me había visto "besando en la boca a una mujer".
No sé si llegó a oír todo lo que le dije, porque cuando entendió que el cliente cotilla había vuelto a errar el tiro, no pudo remediarlo, y tuve que taparle la boca y dar más volumen a la música para evitar que todo el público del bar se desarmase a carcajadas.
-¿Y sabes qué? -añadió entre estruendos, la cara hirviendo y desencajada- me dijo que, particularmente, no es que le molestara ver a dos mujeres preciosas dándose un beso, pero que no le parecía bien que anduvieses engañando a uno y otra con el otro y la una.

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