Es el apodo que le ha puesto Monique a un chico que la persigue. Ella le ha aclarado que no le gustan los hombres, incluso me ha hecho besarla cuando sabía que él andaba cerca, en el barrio latino o tomando café en Orsay (de camino, ha aprovechado el beso para decirme que me quiere, la muy boba).
Jacques no parece un mal tipo. He hablado sólo un par de veces con él y me ha resultado amena la conversación. Aunque claro, con Monique no tiene gran cosa que hacer. Su persistencia es admirable, porque tampoco es que vaya persiguiéndonos por las calles, esperando a que salgamos del apartamento o vigilando tras las esquinas... en realidad, vive cerca de nosotras y se mueve por los mismos sitios, así que no es difícil coincidir. En ese sentido, no se puede decir que sea un pesado. Tiene un amigo que también le suele acompañar, Pierre, que va siempre con aire de escritor despistado. Según Monique, los dos harían buena pareja si fuesen homosexuales.
-Je t'aime.
-Moi non plus.
A Monique le gusta acariciarme el pelo y las manos. Me entristece no poder complacer sus deseos sexuales. Es una pena que no le guste Jacques.
10 août 2005
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