01 juillet 2005
Pedro
Me llama con la voz quebrada por la emoción. La mía no: río, a corazón abierto. Ya no le importa que le llamen maricón, porque ha ganado la guerra, después de haber perdido todas las batallas. Como aquel soldado que, él sólo, había derrotado a un ejército; cómo lo has hecho, le preguntaron. Muy fácil, respodió: los he rodeado. Ahora es más igual al resto de los mortales.
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